Esther Molina decidió, a los 17 años, ser agricultora, siguiendo la estela de su familia, y poniendo en práctica su vocación de cultivar con métodos sustentables. Es una de las pioneras de su aplicación, lo que le llevó a contactar con los investigadores que trabajaban en el tema en Andalucía, como los de la finca experimental Las Palmerillas de Cajamar o el IFAPA, así como a sacar partido del aprendizaje en sus propios cultivos.
En la actualidad es uno de los productores que cuenta con más experiencia propia en el tema, a través de la implantación de plantas refugio, el aprovechamiento de los residuos, etc.
En sus invernaderos, situados en San Isidro Los Grillos, Níjar (Almería) se producen tomates, pimientos y sandías y desde hace tres años no han necesitado la intervención con fitosanitarios de síntesis.
En palabras de Esther Molina: "Trabaje en el campo desde mis 17 años .En el 1992 en la explotación familiar alternando con jornales y autónoma con tierra propia desde 2005. Hace seis años soy certificada en agricultura ecológica y mi herramienta para combatir las plagas es el control biológico por conservación.
Durante estos seis años he participado en cursos, mesas redondas y congresos de agricultura por esta forma de trabajar y tengo publicaciones en revistas de temas agrícolas.
Desde hace tres años no traté con ningún fitosanitario; y desde hace mucho tiempo atrás no utilizo productos sistémicos. Solo uso control biológico por conservación para mantener las plagas por debajo del umbral del daño y ningún producto ni de contacto, ni certificado en eco.
Solo implanto biodiversidad dentro y en el perímetro del cultivo formando un ecosistema que él el que se encarga de que aquí se viva en equilibrio natural desde el suelo hasta el cielo."