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Claves para la gestión de cargas mixtas de fruta de invierno

Durante el invierno, cítricos, manzanas, peras, kiwi y aguacate suelen viajar en cargas mixtas. Un buen control del etileno y de la cadena de frío es clave para mantener la calidad y reducir las pérdidas poscosecha

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25 Noviembre, 2025
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Durante la campaña de invierno es cada vez más habitual que cítricos, manzanas, peras, kiwi y aguacate compartan cámaras frigoríficas, contenedores y rutas logísticas. Esta gestión de cargas mixtas de fruta de invierno ayuda a optimizar espacio y costes, pero también aumenta el riesgo de reclamaciones y pérdidas de calidad cuando no se controlan bien dos factores clave en poscosecha: el etileno y la cadena de frío.

 

Cargas mixtas de invierno, dónde empiezan los problemas

Entre finales de otoño y los primeros meses del año la fruta circula en cadenas de suministro largas, muchas veces en rutas internacionales. Para aprovechar al máximo la capacidad de cámaras y transporte se recurre a lotes que combinan diferentes especies y orígenes. Sobre el papel, cada producto tiene definidos sus rangos óptimos de temperatura y sus condiciones de manejo poscosecha, pero la situación cambia cuando todos comparten el mismo espacio y la mezcla de fisiologías y sensibilidades hace el manejo más delicado.

En la práctica, muchos problemas que se manifiestan en destino, como pérdida de firmeza, cambios de color no deseados, fruta deshidratada o incremento de podredumbres, están relacionados con la forma en que se ha diseñado y manejado esa carga mixta. Entender estas interacciones es esencial para que la optimización logística no se traduzca en una pérdida de valor comercial.

 

El papel del etileno en los envíos combinados

El etileno actúa como regulador natural de la maduración, pero no todas las frutas lo producen ni lo toleran del mismo modo. Manzanas y peras son ejemplos claros de frutas climatéricas que generan cantidades significativas de este gas y que, cuando comparten cámara con otras especies, pueden acelerar procesos como el ablandamiento o el amarilleo. El kiwi muestra una respuesta intensa incluso a concentraciones bajas, de modo que una exposición continua puede adelantar la pérdida de firmeza que se esperaba más adelante en la campaña.

En el caso del aguacate, la presencia de etileno puede desencadenar una maduración desigual dentro de un mismo envío y dar lugar a palets adelantados junto a otros todavía verdes. Los cítricos producen menos etileno, pero una exposición prolongada en ambientes donde también hay fruta muy productora puede acelerar el envejecimiento de la piel o favorecer la aparición de ciertos desórdenes fisiológicos. Por eso, en la gestión de cargas mixtas de fruta de invierno el etileno se convierte en un elemento central de la estrategia poscosecha, ligado a la compatibilidad entre especies, a la duración del transporte y a la ventilación real que se consigue en la cámara o el contenedor.

 

Temperatura y cadena de frío, buscar el equilibrio

La temperatura sigue siendo la herramienta principal para reducir la respiración, alargar la vida útil y limitar el desarrollo de enfermedades poscosecha. Sin embargo, cada especie maneja un equilibrio distinto entre frío y riesgo de daño. Los cítricos agradecen temperaturas frescas, pero determinadas variedades se ven afectadas cuando se acercan demasiado a 0 °C durante periodos prolongados. Manzanas y peras toleran mejor esos valores, aunque pueden desarrollar desórdenes fisiológicos si la temperatura fluctúa o si no es uniforme en toda la cámara.

Kiwi y aguacate son más sensibles al daño por frío cuando se trabajan por debajo de sus umbrales de seguridad. Cuando se consolida una carga mixta se suele elegir una temperatura de compromiso pensada para proteger a la fruta más delicada sin penalizar en exceso al resto. El problema aparece cuando esa decisión se combina con una circulación de aire irregular o cámaras muy llenas. Pequeñas desviaciones sostenidas de uno o dos grados pueden crear zonas en las que la fruta se ablanda antes de lo esperado, pierde peso por deshidratación o desarrolla más fácilmente problemas de podredumbres.

 

La configuración de la carga también cuenta

Además de la fisiología de cada especie, la forma en que se configura físicamente el envío influye de forma directa en el resultado. La altura y distribución de los palets, el diseño del embalaje, la alineación de los orificios de ventilación y el nivel de ocupación de la cámara determinan cómo circula realmente el aire frío. Un pasillo bloqueado, una zona demasiado alejada de la impulsión o una combinación de cajas poco ventiladas pueden distorsionar por completo el esquema de temperaturas previsto en teoría.

Para conocer mejor lo que ocurre dentro de estos lotes mixtos, cada vez más operadores recurren a datos medidos directamente en la carga. Registradores de temperatura y humedad colocados en posiciones representativas y sistemas de monitorización remota en rutas largas ayudan a detectar patrones y puntos débiles que no se aprecian con controles puntuales. En paralelo, tecnologías orientadas a reducir la concentración de etileno en cámaras y contenedores se incorporan sobre todo en contextos donde conviven frutas climatéricas y no climatéricas, como apoyo a una planificación más cuidadosa.

 

Hacia una gestión más estratégica de la fruta de invierno

La experiencia de distintas campañas sugiere que una parte importante de las incidencias que se atribuyen a la mala calidad de origen o a variedades problemáticas tiene su origen en cómo se ha diseñado y manejado la carga. En un contexto de costes elevados, exigencias de calidad altas y cadenas de suministro largas, la gestión de cargas mixtas de fruta de invierno en poscosecha se convierte en un factor estratégico para reducir mermas y mejorar la regularidad de los envíos.

Definir grupos de compatibilidad en función de la sensibilidad al etileno y de los rangos de temperatura, revisar los puntos críticos del flujo de aire en cámaras y vehículos y aprovechar los datos históricos para anticipar problemas recurrentes son pasos concretos que pueden marcar la diferencia. Entender la cámara o el contenedor como un entorno dinámico, donde distintas frutas interactúan a través de la temperatura, el etileno, la humedad y el tiempo, ayuda a tomar decisiones más finas. Cuanto mejor se ordene ese entorno, mayor será la probabilidad de que la fruta de invierno llegue al mercado con la calidad que esperan productores, operadores y clientes.

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