Los productos hortícolas frescos son altamente perecederos y se degradan durante el almacenamiento. Las condiciones de un ambiente refrigerado ralentizan eficazmente los procesos metabólicos e inhiben el desarrollo de microorganismos patógenos, prolongando así su vida útil y mejorando su calidad general.
Sin embargo, existe una preocupación importante con el daño ocasionado por el frío en productos hortícolas sensibles a bajas temperaturas.
Las alteraciones comienzan a nivel de la membrana plasmática, donde se transforma la fase líquida en una fase de gel, lo que resulta en un aumento de la permeabilidad y una pérdida sustancial de electrolitos.
La disfunción de las proteínas de membrana compromete aún más su integridad, lo que provoca un mayor estrés oxidativo caracterizado por la acumulación de malondialdehído (indicador de estrés oxidativo). En consecuencia, el frío contribuye al deterioro de los productos hortícolas frescos.
Dada la creciente demanda de hortalizas de buena calidad, el desarrollo de tratamientos con este fin se ha vuelto cada vez más imperativo.
El tomate (Solanum lycopersicum familia Solanaceae) tiene una gran importancia mundial como producto básico, valorado por sus diversas aplicaciones culinarias, beneficios para la salud y rentabilidad económica.
El manejo comercial del tomate generalmente implica su cosecha en la etapa de maduración inicial, seguida de su almacenamiento y transporte a temperaturas refrigeradas para regular su proceso de maduración.
El tomate es una fruta climatérica, lo que significa que continúa madurando después de la cosecha debido al aumento de la producción de etileno y al incremento de la tasa de respiración. Estas características influyen en su fisiología haciéndolo susceptible al ablandamiento, oscurecimiento, picaduras, modificaciones en el olor y sabor, y deshidratación.
Se han investigado varios enfoques químicos para aliviar el daño por el frío en esta hortaliza.
Por ejemplo, la melatonina exógena mejora la tolerancia al activar genes de estrés, aumentar los niveles de poliaminas, prolina y óxido nítrico (NO), mantener la integridad y fluidez de las membranas plasmáticas y preservar la biosíntesis de ATP.
La aplicación de fenilalanina y nitroprusiato de sodio potencia las enzimas antioxidantes, reduce el tenor de H₂O₂ y aumenta la formación de compuestos fenólicos, mejorando la resistencia al frío.
Además, el tratamiento con ácido gama-aminobutírico (GABA) limita la acumulación de malondialdehído, activa los eliminadores de especies reactivas de oxígeno (ROS) y eleva los contenidos de ácido ascórbico y flavonoides.
El ácido fólico, un componente beneficioso para la salud humana, también conocido como vitamina B9, se caracteriza químicamente como ácido pteroilmonoglutámico y la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA) permite su uso como suplemento nutricional en diversos productos alimenticios.
En las plantas, el ácido fólico funciona como un cofactor esencial que contribuye a la biosíntesis del ADN y a los procesos de metilación, fundamentales para el mantenimiento de la función celular normal.
El folato (forma aniónica del ácido fólico) desempeña múltiples funciones en la regulación de la expresión génica a través de riboswitches*, actúa en la conversión de fenilalanina en tirosina y participa en la captación de luz como coenzima de la fotoliasa y el criptocromo vegetal**. Además, participa en la formación de clorofila y contribuye a la tolerancia del estrés oxidativo en las semillas.
En investigaciones recientes, se ha demostrado que el ácido fólico mejora la calidad de diversos cultivos durante el almacenamiento al retrasar la senescencia y aumentar la longevidad poscosecha.
Por ejemplo, en el brócoli, el tratamiento con ácido fólico ayuda a reducir las tasas de respiración, suprimir la producción de etileno y potenciar la actividad de las enzimas antioxidantes, lo que a su vez reduce la potenciación de las especies reactivas de oxígeno (ROS) y el malondialdehído, reduciendo así el estrés oxidativo.
Un estudio actual exploró específicamente la eficacia del ácido fólico para mitigar el deterioro de la calidad durante el almacenamiento en frío y mantener la calidad de los tomates poscosecha, centrándose en los mecanismos bioquímicos subyacentes a la tolerancia inducida por esta vitamina.
También buscó establecer una conexión entre el tratamiento con ácido fólico y la mejora de la tolerancia al frío en tomates mediante el examen de los atributos de calidad, las actividades enzimáticas y las respuestas fisiológicas durante el almacenamiento a bajas temperaturas.
En los experimentos, se realizó la inmersión de tomates en soluciones conteniendo 0, 3 y 6 mgL⁻¹ de ácido fólico y fueron almacenados a 4 °C durante 25 días.
La aplicación de ácido fólico en concentración 6 mgL⁻¹ demostró ser la estrategia más eficaz para mitigar el deterioro de la calidad y prolongar la vida útil de los tomates durante el almacenamiento en frío.
Los resultados mostraron que el ácido fólico reduce significativamente las anomalías ocasionadas por el frío, mantiene una mayor firmeza de la fruta y minimiza la pérdida de peso en comparación con la fruta no tratada.
Además, los tomates tratados con ácido fólico exhiben niveles aproximadamente 35% más bajos de malondialdehído y 30% más bajos de peróxido de hidrógeno (H2O2) que el control, lo que indica una reducción del daño oxidativo.
También, el ácido fólico mejora la actividad de enzimas antioxidantes clave, incluidas la superóxido dismutasa, la peroxidasa, la ascorbato peroxidasa y la glutatión reductasa.
Los antioxidantes no enzimáticos, como el ácido ascórbico y los compuestos fenólicos totales, también aumentan en la fruta tratada con ácido fólico, lo que contribuye a una mejor capacidad de eliminación de radicales libres.
Estos resultados contribuyen a una mejor comprensión del papel del ácido fólico en la preservación de la calidad del tomate a baja temperatura.
* Los “riboswitches” son elementos de ARN que se encuentran en las moléculas de ARN mensajero y actúan como sensores intracelulares, regulando la expresión génica en respuesta a moléculas específicas llamadas ligandos como purinas, aminoácidos, azúcares e incluso iones metálicos, y experimentan cambios estructurales tras la unión del ligando afectando la expresión génica.
** Los criptocromos vegetales son proteínas fotorreceptoras que detectan la luz azul y UV-A y desempeñan un papel importante en el desarrollo vegetal y los ritmos circadianos. Se encuentran en todos los linajes principales de plantas y participan en procesos como el crecimiento, la floración y la respuesta a estímulos ambientales.
Ghorbani, Z.; Saba, M. K.; Mansouri, S. (2025).
Preserving postharvest quality and mitigating chilling injury in tomatoes through folic acid treatment
Postharvest Biology and Technology, 228: 113669.
Imagen
https://noticias.r7.com/saude/feed-tv-saude/tomate-um-aliado-completo-para-prevenir-o-envelhecimento-precoce-24072025/ Acceso el 31/07/2025.