Los hongos son microorganismos ubicuos capaces de prosperar en una amplia gama de condiciones ambientales.
Los mohos filamentosos pertenecientes a los géneros Aspergillus, Botrytis, Fusarium, Rhizopus y Penicillium, así como algunas levaduras como Candida y Saccharomyces, pueden contaminar diversos alimentos a lo largo de la cadena de suministro, afectando negativamente tanto su calidad como su vida útil.
Se estima que las pérdidas poscosecha de productos frescos pueden alcanzar más de un tercio de la producción total en los países desarrollados e incluso mayores en los países en desarrollo, principalmente debido a enfermedades o descomposición causadas por infecciones fúngicas. Peor aún, algunos hongos también pueden producir metabolitos secundarios, conocidos como micotoxinas, en cultivos y productos agrícolas, lo que representa graves riesgos para la salud humana y animal.
Una vez producidas las micotoxinas, su degradación es difícil dada su estabilidad física y química.
En consecuencia, además de las importantes pérdidas económicas asociadas a la contaminación fúngica, otros problemas como la salud humana y animal, la disminución de la productividad ganadera y la retirada y eliminación de productos contaminados con micotoxinas constituyen graves problemas.
Para eliminar hongos y micotoxinas, se han desarrollado y aplicado métodos físicos como procesamiento térmico, atmósfera modificada, rayos X, radiación γ, UV, haz de electrones, calentamiento por microondas, luz pulsada, ultrasonido, así como métodos químicos: empleo de compuestos ácidos y básicos, ozono, oxidantes, agentes clorantes, agua electrolizada y extractos derivados de plantas.
También se ha utilizado el metabolismo microbiano como la fermentación y degradación (hidrólisis.
Si bien estas intervenciones suelen ser eficaces para inactivar hongos y micotoxinas, presentan inconvenientes como la pérdida nutricional, la reducción de las propiedades sensoriales de los alimentos, su operación incómoda, su baja viabilidad, los riesgos y el alto costo de los equipos.
Además, ciertos fungicidas químicos contribuyen a la contaminación ambiental y amenazan la salud humana.
Ante la creciente demanda de alimentos saludables y naturales por parte de los consumidores, existe un creciente interés en desarrollar tecnologías alternativas innovadoras que sean más eficientes, seguras, ecológicas y sostenibles.
Durante la última década, la tecnología de inactivación fotodinámica se ha explorado activamente en los sistemas agroalimentarios para controlar la contaminación fúngica y la producción de micotoxinas, gracias a sus singulares y ventajosas propiedades.
La inactivación fotodinámica es una técnica que combina un fotosensibilizador (una molécula sensible a la luz), luz visible y oxígeno molecular para generar especies reactivas de oxígeno (ROS) que dañan y destruyen células diana, como bacterias, hongos, virus o células cancerosas, ofreciendo una alternativa ecológica y eficaz para combatir infecciones resistentes y además de descontaminar superficies y agua.
Se aplica un colorante (fotosensibilizador) que se acumula selectivamente en las células a tratar (microorganismos, células cancerosas). La irradiación es con luz de una longitud de onda específica que el fotosensibilizador absorbe, excitándolo que transfiere energía al oxígeno molecular presente, creando especies altamente reactivas (como el oxígeno singlete) que oxidan y destruyen la célula diana.
La tecnología de inactivación fotodinámica ha demostrado un enorme potencial para eliminar hongos y sus contaminantes micotoxinas asociados en diversos sustratos. A diferencia de muchos fungicidas y antibióticos tradicionales que solo destruyen células metabólicamente activas, la tecnología de inactivación fotodinámica puede destruir tanto estructuras metabólicamente activas como latentes o quiescentes, como los conidios fúngicos.
Además, la contaminación fúngica de los alimentos puede ocurrir en cualquier momento durante la cosecha, el transporte, el almacenamiento, la venta minorista y la manipulación.
La tecnología de inactivación fotodinámica puede lograr un control fúngico eficaz en cualquier lugar, desde el cultivo hasta la mesa, mediante el uso de fuentes artificiales o luz solar de excitación, así como fotosensibilizadores endógenos o exógenos.
Los fotosensibilizadores empleados en la inactivación fotodinámica son generalmente menos tóxicos para los humanos y los animales, así como menos agresivos para el medio ambiente que la mayoría de los fungicidas en uso.
Yu, X.; Zhang, Z.; Zou, Y.; Yuk, H. G.; Zheng, Q. (2026)
Photodynamic inactivation for fungal and mycotoxin control in food and crops: Mechanisms, inactivation effects, and applications
Food Control, 181: 111752
Imagen
https://sembralia.com/blogs/blog/micotoxinas-cultivo?srsltid=AfmBOoqAGt0QZ7_o5abvrlPTAM5guyG7Mbj-F5A6bMD7gYPjxZHWmNU9 Acceso el 12/12/2025.