En las últimas décadas, la cadena de suministro de alimentos ha experimentado transformaciones significativas, impulsadas por la incorporación del manejo poscosecha y las tecnologías asociadas, orientadas a preservar la calidad de los productos hortofrutícolas. No obstante, una de las principales limitaciones de esta categoría de productos es su corta vida de anaquel, lo que conlleva a altas tasas de deterioro y pérdidas durante la etapa poscosecha, debido a su naturaleza altamente perecedera.
Entre los factores que reducen la vida útil de estos productos, destaca el daño acumulativo provocado por enfermedades poscosecha, las cuales representan un riesgo crítico. Tradicionalmente, su manejo, tanto preventivo como curativo, se ha basado en el uso de productos químicos. Sin embargo, el uso intensivo de estos agentes presenta serias desventajas, entre ellas la generación de resistencia por parte de los patógenos, así como los potenciales riesgos para la salud humana y el medio ambiente.
Ante esta situación, en las últimas décadas han emergido investigaciones enfocadas en alternativas no químicas para el manejo de enfermedades poscosecha. Estas incluyen el uso de extractos vegetales, inductores de resistencia y microorganismos antagonistas, los cuales han demostrado un prometedor potencial para prevenir infecciones latentes y controlar patologías poscosecha de manera más sostenible.
El diagnóstico y control efectivo de enfermedades en frutas y hortalizas durante la poscosecha es fundamental, ya que permite reducir significativamente las pérdidas mediante el desarrollo y aplicación de estrategias eficientes de prevención y manejo.