Un equipo de investigadores de la Universidad de Queensland ha desarrollado un innovador plástico biodegradable, reforzado con fibras de madera y producido a partir de materiales fermentados por bacterias. Esta alternativa sostenible al envasado convencional de alimentos ya ha sido probada con éxito en envases para berries.
Este nuevo material promete establecer un referente en sostenibilidad para envases de uso masivo, como los recipientes plásticos utilizados comúnmente para frutas. Fue creado por el candidato a doctorado Vincent Mathel y el Dr. Luigi Vandi, de la School of Mechanical and Mining Engineering, como una alternativa comercial a los plásticos derivados del petróleo. Mathel explica:
“Se trata de un material que ofrece todos los beneficios de sostenibilidad de un producto de origen biológico, pero con las mismas propiedades que los envases plásticos convencionales. Además, era fundamental para nosotros utilizar recursos australianos, reduciendo la necesidad de importaciones y aumentando así el beneficio ambiental”.
Durante tres años, Mathel y Vandi perfeccionaron su biocompuesto en el Centro de Procesamiento y Manufactura de Materiales Avanzados (AMPAM) de la UQ, con el respaldo de socios industriales y una beca de investigación de Advance Queensland.
El material se obtiene al combinar poliésteres biodegradables producidos por bacterias —conocidos como poli-hidroxialcanoatos (PHA)— con fibras de madera provenientes del aserrín de pino radiata. La madera fue seleccionada como “relleno biológico” por ser abundante, de bajo costo y por mejorar la degradabilidad del producto al final de su vida útil. El Dr. Vandi advierte:
“Muchos desconocen que los bioplásticos no siempre son biodegradables ni necesariamente de origen biológico. Hay mucho greenwashing en el mercado. Si realmente se busca sostenibilidad, es clave incorporar ingredientes naturales sin comprometer las propiedades físicas del material. Encontrar ese equilibrio es esencial”.
Para llevar su invención al siguiente nivel, el equipo colaboró con la empresa biotecnológica Uluu y con SDI Plastics, una firma de moldeo por inyección con sede en Brisbane, logrando fabricar 200 prototipos de envases para frutillas. Kulbir Dhanda, de SDI Plastics, desempeñó un papel clave en este proceso.
También contaron con el apoyo de la Asociación de Productores de Fresas de Queensland y de Mandy Schultz, de la granja LuvaBerry, para garantizar que el diseño del envase cumpliera con las exigencias prácticas del sector, donde la proporción entre empaque y fruta es especialmente alta. Vandi señala:
“Desde el punto de vista de la sostenibilidad, los envases plásticos para frutillas son problemáticos, pero actualmente son la única manera efectiva de transportar y vender el fruto sin dañarlo. Hemos demostrado que es posible fabricar un producto capaz de reemplazar los aproximadamente 580 millones de envases plásticos que se utilizan anualmente”.
El equipo está ahora recopilando datos sobre la descomposición del biocompuesto al final de su vida útil en colaboración con el científico ambiental Dr. Deepak Ipe y Chris Alexander, gerente general de Phoenix Power Recyclers.
A futuro, Mathel proyecta que este biocompuesto se utilice en una amplia gama de envases alimentarios y otras aplicaciones de plásticos rígidos. Actualmente busca financiación para establecer su fabricación a escala. Mathel concluye:
“Nuestro objetivo final es eliminar gradualmente los plásticos derivados del petróleo. Los bioplásticos serán fundamentales como solución cuando el uso del plástico sea inevitable, especialmente en aplicaciones de corta duración”.
La investigación fue publicada en la revista científica Composites Part A: Applied Science and Manufacturing.