Las cerezas dulces tienen una ventana de recolección muy corta cada año, y determinar el momento adecuado de cosecha es esencial para garantizar la aceptación del consumidor, prolongar la vida útil y aumentar la rentabilidad. Investigadores y productores utilizan diferentes índices de madurez de cosecha para identificar la fecha óptima, que varía según el cultivar y la región. Felix Instruments ofrece herramientas para medir parámetros clave como el color de la piel, el peso, la firmeza y los índices de calidad interna, como el contenido de sólidos solubles (SSC) y la acidez titulable (TA).
Dado que las cerezas son frutos no climatéricos con altas tasas de respiración, son extremadamente perecederas. Una recolección demasiado temprana da lugar a frutos pequeños, con mal color y poco sabor, mientras que retrasarla en exceso puede provocar podredumbre, agrietamiento o pardeamiento del pedúnculo. Los estudios muestran que incluso unos pocos días marcan la diferencia: las cerezas cosechadas en la fecha óptima pueden ser hasta un 40% más grandes, más oscuras y con mejor sabor que las recolectadas prematuramente.
Uno de los enfoques más sencillos es calcular los días después de plena floración (DAFB). Por ejemplo, el cultivar Lapins en Turquía se cosecha alrededor de los 64 DAFB, cuando el peso, el tamaño y el sabor alcanzan su mejor nivel. Estudios similares en Dinamarca identificaron tiempos óptimos de cosecha para diez cultivares, que van desde 44 días para Annonay hasta 94 días para Stevnsbaer, siendo más precisos cuando se incorpora la temperatura del aire. La cronología ofrece una herramienta no destructiva y práctica para los productores, siempre que existan registros a largo plazo de datos fenológicos y meteorológicos.
El color de la piel sigue siendo el índice de madurez más utilizado, ya que los consumidores prefieren las cerezas más oscuras. El color evoluciona de amarillento (inmaduro) a rojo oscuro (maduro), y puede medirse visualmente o con instrumentos como los cromómetros. En EE. UU., a menudo se aplica la escala de color CTIFL, donde una puntuación de alrededor de 2,7 se considera adecuada para las cerezas ‘Sweetheart’.
El peso y el tamaño también sirven como referencia. En EE. UU., las cerezas deben alcanzar al menos tres cuartos de pulgada para clasificarse como Grado No. 1. Para las Lapins en Turquía, la cosecha óptima corresponde a unos 93 g de peso y dimensiones cercanas a 27 mm de ancho y 25 mm de largo.
La firmeza es otro rasgo clave, normalmente medido con un penetrómetro. Los valores disminuyen a medida que la fruta se ablanda: las Lapins en Turquía pasan de 15,4 N al inicio de la temporada a 7,7 N más tarde, mientras que en Afganistán las Burlat se consideran listas con unos 0,65 N.
Los atributos internos complementan a los rasgos físicos. El SSC, que refleja el contenido de azúcar, aumenta a medida que el fruto madura y está estrechamente asociado con la preferencia del consumidor. Los estándares de EE. UU. requieren un SSC mínimo del 15–16%, mientras que estudios en Afganistán encontraron que las Burlat alcanzaban la madurez de cosecha en torno a 22,5 °Brix.
Al mismo tiempo, los niveles de TA disminuyen durante la maduración, modificando la relación SSC:TA. Este equilibrio entre dulzor y acidez define el sabor. En Turquía, una relación SSC:TA de 20 se considera óptima para las Lapins. En EE. UU., los paneles de consumidores prefirieron las cerezas recolectadas a mitad de temporada, cuando los azúcares y los sabores eran aceptables y la vida útil era más larga.
La estimación de azúcares es a menudo más sencilla y económica con refractómetros, mientras que las mediciones de color y pH pueden requerir equipos más sofisticados. Los espectrómetros de infrarrojo cercano (NIR), aunque más costosos, ofrecen la ventaja de ser no destructivos y más rápidos. Dispositivos portátiles como el F-750 Produce Quality Meter de Felix Instruments pueden evaluar simultáneamente el color interno y externo, el contenido de sólidos solubles y la acidez titulable. Los resultados se obtienen en segundos en valores accionables, reduciendo la necesidad de múltiples instrumentos y ahorrando tiempo y costes de mano de obra. El F-750 se ha convertido en un estándar de la industria en toda la cadena de suministro, desde la clasificación de cerezas hasta el control de calidad, ayudando a reducir las pérdidas de alimentos y a mejorar el retorno de la inversión.
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Fuente: Felix Instruments