Mejorar la capacidad del sistema alimentario para anticiparse, resistir y recuperarse frente a crisis de diversa índole –como conflictos geopolíticos, catástrofes naturales o episodios de fraude y escasez de recursos– ha sido una de las principales conclusiones del II Encuentro sobre Calidad y Seguridad Alimentaria organizado por AINIA. El evento reunió a representantes del sector industrial, administraciones públicas y especialistas en sostenibilidad, tecnología y gestión de crisis, que coincidieron en que solo a través de la resiliencia se podrá garantizar el suministro seguro de alimentos en el futuro.
La inestabilidad internacional puede provocar tensiones en la producción y distribución de alimentos. Para mitigar estos riesgos, las empresas deben integrar el análisis geopolítico en sus decisiones, realizar test de estrés específicos y establecer sistemas de seguimiento y evaluación de riesgos.
Aránzazu Narbona, experta en geoestrategia y directora académica del Proyecto Promociona en ESADE, advirtió sobre el impacto de los conflictos y barreras comerciales en la seguridad alimentaria, y cómo estos pueden derivar en mayor fraude alimentario, dificultando el cumplimiento del ODS2 “Hambre Cero”.
Durante el encuentro, se pidió que la industria y la distribución alimentaria sean reconocidas oficialmente como sectores esenciales. Esta consideración permitiría garantizar el acceso a los puestos de trabajo y la circulación de productos ante situaciones excepcionales.
En esta línea, Mauricio García de Quevedo, director general de FIAB y Felipe Medina, secretario general técnico de ASEDAS insistieron en la necesidad de proteger a toda la cadena alimentaria para asegurar el suministro continuo a la población, como ya se evidenció durante la pandemia o fenómenos como la DANA.
Aunque algunos territorios tienen menor exposición, ningún sistema está exento de sufrir desastres naturales. Invertir en infraestructuras y planes de contingencia es clave para minimizar su impacto.
Jesús Paniagua, divulgador científico y director de Desarrollo de Bioenergía de Grupotec propuso una visión ponderada de los riesgos, mientras que Teresa Cercós, directora general de Operaciones en IMPORTACO destacó el valor del equipo humano como elemento decisivo ante estas situaciones como ocurrió en la recuperación tras los efectos de la DANA. Claudia Mc Allister, subdirectora general de Seguridad Alimentaria y Laboratorios de Salud Pública de la Comunidad Valenciana recordó la labor fundamental de la inspección alimentaria para garantizar la inocuidad de los alimentos en situaciones de emergencia, como ocurrió tras la DANA, en la que muchos alimentos habían sido afectados y, por lo tanto, no podía garantizarse su inocuidad.
El uso racional del agua en procesos industriales puede marcar la diferencia en momentos de escasez. Reducir su consumo no solo implica ahorro económico, sino también garantizar la continuidad operativa en momentos de restricciones.
Así lo señaló Alexandre Martínez, director de innovación y desarrollo de negocio en Cleanity quien subrayó que los sistemas de limpieza y desinfección pueden llegar a representar hasta el 80 % del consumo hídrico de ciertas industrias alimentarias.
La implementación de herramientas tecnológicas permite anticiparse a riesgos emergentes, detectar fraudes y responder con agilidad a posibles alertas. En este sentido, Roberto Ortuño, responsable de seguridad alimentaria de AINIA, presentó varias herramientas para enfrentarse a estos episodios como son los sistemas de evaluación de la vulnerabilidad a los riesgos emergentes alimentarios, al fraude o el seguimiento temprano de las alertas alimentarias. Además, puso en valor el papel de la digitalización para aumentar la previsión y la gestión de crisis alimentarias.
La gestión eficaz de una crisis debe basarse en datos y conocimientos técnicos, más allá de la comunicación.
Solo así puede garantizarse una resolución adecuada, tanto si la crisis es real como si tiene un origen mediático. Rafael Urrialde de Andrés, profesor del Departamento de Genética, Fisiología y Microbiología en la Universidad Complutense de Madrid y miembro de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Nutrición defendió el papel de la ciencia y la tecnología como elementos estructurales de cualquier estrategia de seguridad alimentaria.
Disponer de canales activos y coordinados de comunicación es fundamental para reaccionar con rapidez. Esto implica planificación previa y formación continua de los equipos de respuesta. Así lo expuso Manuel García Santa Cruz, responsable de Marketing y Comunicación en AINIA que recalcó la importancia de dominar los distintos medios de comunicación de la empresa, tanto internos como externos.
La seguridad alimentaria debe equilibrarse con la libre circulación de productos entre países. Para ello es imprescindible una armonización normativa y cooperación entre estados miembros.
Por su parte Javier Niño, jefe de Servicio de Sanidad Exterior en el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, describió como en ocasiones la seguridad alimentaria puede entrar en conflicto con la libre circulación de alimentos, de cómo deben gestionarse estos conflictos y de la importancia de una armonización de políticas entre los diferentes estados miembros de la UE.
El II Encuentro sobre Calidad y Seguridad Alimentaria ha contado con el patrocinio de Merck y Cleanity.
AINIA, con más de 35 años de experiencia en I+D+i, es un centro tecnológico privado que colabora con más de 800 empresas asociadas y 1.700 clientes al año. Especializado en áreas como alimentación del futuro, seguridad alimentaria, salud, transición verde y transformación digital, trabaja con sectores como alimentación, farmacia y cosmética.
Sus instalaciones, de más de 16.500 m², están equipadas con tecnología avanzada para el desarrollo de proyectos innovadores.
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