Mantener la calidad de frutas tan delicadas como la fruta de hueso no es un reto nuevo, pero sí lo es adaptarse a las exigencias cambiantes de un mercado globalizado como el asiático. La reciente gira técnico-comercial de Paclife a China (marzo de 2025) ha dejado una lección clara: no existe una solución única en poscosecha. La combinación inteligente de tecnologías, adaptadas a cada tipo de fruta, es clave para asegurar competitividad y éxito comercial.
Frutas como ciruelas, nectarinas y melocotones no pueden tratarse bajo un mismo protocolo. Cada variedad posee características fisiológicas particulares que condicionan su comportamiento tras la recolección. Aunque esta premisa puede parecer evidente, la realidad del mercado demuestra que los manejos generalistas siguen presentes y afectan negativamente a la calidad final. En Paclife, hemos investigado parámetros como la tasa respiratoria y la madurez en distintas variedades de fruta de hueso, y los resultados son concluyentes: el manejo diferenciado no es solo aconsejable, es imprescindible.
En mercados exigentes como el de Jiangnan, en Guangzhou, donde la rotación de producto es rápida y la competencia de fruta australiana o neozelandesa es feroz, no hay margen para errores. La fruta chilena debe llegar no solo con buen sabor y firmeza, sino también con una presentación impecable tras semanas de tránsito. La experiencia directa en terreno ha permitido constatar diferencias significativas en calidad asociadas, directamente, a los manejos postcosecha aplicados.
Por ejemplo, en la variedad de ciruela D’Agen —particularmente sensible—, las mejores condiciones de firmeza, color y sabor se obtuvieron con el uso de atmósferas modificadas o controladas, combinando bajos niveles de oxígeno (O₂) y altas concentraciones de dióxido de carbono (CO₂). En cambio, los lotes envasados con tecnologías inadecuadas, como alta humedad sin control atmosférico o atmósferas genéricas, presentaron deshidratación, pérdida de firmeza y pardeamiento, afectando directamente su valor comercial.
Para la ciruela Red Phoenix, de mayor resistencia, el uso de envases microperforados o de alta humedad combinado con baja atmósfera favoreció una maduración más equilibrada y atractiva para el consumidor final, logrando un mejor posicionamiento en destino.
En el caso de las nectarinas, aunque su volumen exportado fue menor, surgió un problema de calidad preocupante: exceso de firmeza y escasa jugosidad. Las observaciones en destino señalaron una tendencia hacia sabores ácidos y poco desarrollados, lo que evidencia una necesidad urgente de revisar tanto el punto de cosecha como las tecnologías postcosecha utilizadas. Además, la aplicación de atmósferas con alto CO₂ resultó contraproducente, generando pardeamiento visible. A esto se suman desórdenes fisiológicos derivados de temperaturas de conservación fuera del rango óptimo.
La conclusión es clara: no basta con disponer de tecnología avanzada; es fundamental saber aplicarla correctamente, adaptándola a cada variedad y etapa del proceso. Esa es la diferencia entre una fruta que se vende en cuanto llega y otra que permanece en los lineales sin rotación.
En Paclife, reafirmamos nuestro compromiso con la investigación y el desarrollo de soluciones postcosecha adaptadas, combinando tecnologías como atmósferas controladas, selección de envases, gestión térmica y conocimiento fisiológico específico. Esta combinación estratégica no solo prolonga la vida útil de la fruta, sino que garantiza su llegada a destino con una calidad óptima y una propuesta de valor sólida y diferenciadora.
Porque el éxito de la exportación no se decide solo en el campo: se construye en cada decisión poscosecha, en cada ajuste técnico. Y esa es, hoy por hoy, la revolución silenciosa del sector de la fruta de hueso.