El tipo de sistema de refrigeración que se utilice en una planta alimentaria puede marcar la diferencia entre una operación eficiente y otra con costes energéticos elevados. La elección entre refrigeración directa e indirecta depende de factores como el tamaño de la instalación, los requisitos de seguridad o la necesidad de trabajar con diferentes rangos de temperatura.
La eficiencia en los sistemas de refrigeración depende en gran medida del fluido que transporta el frío. En las instalaciones de tipo indirecto, esta función recae sobre fluidos caloportadores de alto rendimiento, como Crane Temper, fabricado por Crane y distribuido en España por HTF Iberian Partners. Comercializado bajo el nombre TEMPER, este fluido basado en sales orgánicas combina alta conductividad térmica, baja viscosidad y estabilidad química, características que se traducen en mayor eficiencia energética y una operación más segura y sostenible.
En un sistema de refrigeración directa, el refrigerante circula por toda la instalación, desde la sala de máquinas hasta las zonas de almacenamiento o procesado. Este enfoque es adecuado para instalaciones pequeñas o de una sola temperatura, donde la longitud de las líneas es corta y el control del sistema resulta sencillo.
Sin embargo, a medida que la planta crece, también lo hacen las pérdidas de eficiencia, las fugas potenciales y las exigencias normativas, especialmente cuando se utilizan refrigerantes naturales como amoníaco, CO₂ o propano. La complejidad del trazado y la presión en las tuberías pueden afectar a la uniformidad térmica y aumentar los costes de mantenimiento.
Los sistemas de refrigeración indirecta funcionan con dos circuitos separados. En el primero, el refrigerante enfría un fluido caloportador que se encarga de distribuir el frío al resto de la instalación. Este diseño concentra el refrigerante en una única zona, lo que reduce riesgos, simplifica el mantenimiento y mejora la eficiencia global del sistema.
Entre sus ventajas destacan:
Reducción de la carga de refrigerante y de su impacto ambiental.
Mayor seguridad para operarios y entorno.
Mantenimiento más sencillo y detección de fugas centralizada.
Control térmico estable y homogéneo en todas las zonas.
Flexibilidad para ampliar o modificar la instalación sin grandes obras.
Mejor aprovechamiento de la energía y recuperación del calor residual.
Gracias a estas características, los sistemas indirectos se han consolidado como la opción preferida en plantas de procesado alimentario, cámaras logísticas y aplicaciones multitemperatura, donde se requiere un control preciso y fiable.
El fluido TEMPER, distribuido en España por HTF Iberian Partners, se basa en sales orgánicas y ofrece propiedades termodinámicas superiores al glicol tradicional. Su baja viscosidad permite un menor consumo energético en bombeo y una mejor transferencia de calor, incluso en bajas temperaturas.
Además, no es tóxico ni inflamable, es biodegradable y químicamente estable, lo que garantiza una operación segura y sostenible a largo plazo. Estas características lo convierten en una solución idónea para refrigeración secundaria y plantas de congelación, tanto en la industria alimentaria como en otros sectores donde la fiabilidad térmica es esencial.
Los sistemas de refrigeración indirecta, combinados con fluidos caloportadores avanzados, representan una alternativa segura, eficiente y sostenible frente a las soluciones tradicionales. Una tecnología que gana presencia en el sector agroalimentario por su capacidad para optimizar recursos y avanzar hacia una refrigeración más limpia y responsable.